Regulador con escape de clavijas

Puntúe el artículo post

En la imagen vemos la esfera de un reloj que probablemente en su día estuvo colocado en la caja de un reloj de pared o de pie. Un reloj de los que llamamos reguladores.

Tiene un escape sin retroceso. Estos escapes tienen la particularidad – como su propio nombre indica – de que no hay retroceso de la rueda de escape. La rueda gira (avanza), se detiene, vuelve a girar en el mismo sentido, y así sucesivamente. Fue inventado por el relojero francés Amand en 1741, cincuenta años antes de que estallara la Revolución francesa.

Sabemos que todo lo que favorezca el que el periodo de oscilación del péndulo sea constante, redunda en una mayor precisión del reloj. Además, un movimiento oscilatorio con pequeña amplitud – y este escape lo permite – eliminará (o al menos reducirá al mínimo), las variaciones del periodo del péndulo debidas a una falta de constancia en la amplitud. En el caso de este mecanismo estamos ante el escape de clavijas inventado por Amand. Las clavijas son de pequeño radio y sección circular.

Existen variantes del escape de Amand. En 1753, otro relojero francés, Jean-André Lepaute (1720-1789) presentó su escape de clavijas modificado. En el, los dos brazos del áncora estaban fijados en el mismo eje, y su distancia podía ser ajustada. Cada brazo actuaba en una cara de la rueda de escape; las clavijas, de sección semicilíndrica, se encontraban a ambos lados de dicha rueda. El escape de clavijas, en una versión aún más moderna que la de Lepaute, es muy común en relojes monumentales.

La suspensión del mecanismo es bilámina. Normalmente estos mecanismos están regulados por péndulos largos. A veces baten segundos. Se trata de péndulos de bastante peso.