Reloj de mesa con autómata

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Pequeño reloj de mesa de la marca Lenzkirch. Dispone de un autómata representando a un niño balánceándose en un columpio. Caja de nogal con decoraciones en latón. Sin sonería. Número de serie 790152. Corresponde al periodo 1890 – 1895.

Piezas del mecanismo

Se desmonta completamente el mecanismo para proceder a su reparación.

Se trata de un mecanismo que solo dispone del movimiento. El escape es de áncora con retroceso.

En las fotos anteriores podemos observar la rueda escape, y su emplazamiento en el mecanismo junto con el áncora.

Mediante el compás de engranajes se comprueban las condiciones de engrane de los elementos del rodaje.  Este instrumento permite – en otras cosas – comprobar si los pares rueda dentada-piñón, engranan correctamente. El compás se ajusta separando las puntas la misma distancia que la separación de los centros de giro de esos elementos del rodaje en el mecanismo.

Funcionamiento del autómata

Como vemos en las imágenes, el autómata consiste en la figura de un niño balanceándose en un columpio. El balanceo del columpio se mantiene en virtud de la energía que le aporta el mecanismo del reloj. El autómata es, desde el punto de vista funcional, el regulador del mecanismo. Se trata de un péndulo, que en este caso, en base a lo que representa, es además un autómata.

Definición de autómata: Máquina, generalmente provista de un mecanismo de relojería, que pone en movimiento figuras de personas, animales, etc. Vaucanson y Jaquet-Droz fueron célebres fabricantes de autómatas muy complicados. (Fuente: Dictionnaire professionnel illustré de l’horloherie; Georges-Albert Berner)

El mecanismo tiene el rodaje dispuesto de forma invertida, esto es, con la rueda de escape en la parte inferior. Esta disposición facilita la interacción entre la palanca del eje del áncora y el columpio.

Del eje del áncora parte una palanca, cuyo extremo se desplaza hacia arriba y hacia abajo. En dicho extremo, está colocado un brazo articulado que se conecta (también con articulación), a la palanca del eje del columpio. De esta forma, el mecanismo del reloj mantiene en movimiento el columpio, dándole un pequeño impulso en cada oscilación.

Se trata de un mecanismo sencillo e ingenioso. Cuando el reloj está montado, el juego de palancas no queda a la vista del observador, el cual puede ver solamente el balanceo del niño en el columpio, sin que aparentemente nada lo impulse.  Dentro del mágico mundo de los autómatas hay una gran variedad de mecanismos. Algunos, como el que se describe aquí, son muy sencillos; otros, como los que construyeron los arriba citados Vaucanson y Pierre Jaquet-Droz en el siglo XVIII, son de gran complejidad. Uno de los que construyó el ingeniero francés Jacques de Vaucanson (1709 – 1782) fue el famoso “pato con aparato digestivo”. Increíble ingenio mecánico que, representando a un pato a tamaño natural, era capaz de reproducir sus movimientos. La perfección en la imitación era tal, que el complejo mecanismo del autómata simulaba incluso la función aovar del ave. No menos genial fue el suizo Pierre Jaquet Droz (1721 – 1790) creador de los autómatas “La pianista”, “El dibujante” y “El escribiente”, tres figuras animadas dotadas de movimiento de brazos, ojos, cabeza,… que son capaces de producir música tocando un teclado, dibujar o escribir. Se trata de maravillas de la Mecánica creadas en el siglo XVIII. Aún hoy – más de dos siglos después de su creación – siguen asombrándonos. Pueden verse en Suiza, en el Museo de Arte e Historia Natural de la ciudad de  Neuchâtel.

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Montaje del reloj

Una vez reparado el mecanismo, y comprobado su funcionamiento, se coloca dentro de la caja. En las imágenes vemos la última parte del proceso de montaje del mecanismo, engrase, etc.

Imagen del reloj tras la reparación

Reloj de mesa antiguo
Reloj antiguo de la marca Lenzkirch
relojes autómatas
Detalle del autómata

Una fábrica legendaria

Un sencillo reloj como este, es un ejemplo de la excelente calidad de los relojes que salieron de la fábrica Lenzkirch. En el observamos detalles que son comunes a los relojes de esta firma: mecanismos precisos y fiables de muy buena calidad, y cajas de elegante diseño ejecutadas por buenos ebanistas, decoradas con artísticas piezas de latón. Por todo ello, los relojes Lenzkirch gozaron siempre de un gran prestigio. Lenzkirch es probablemente la mejor fábrica de relojes de la Selva Negra del siglo XIX.

Su fundador, Eduard Hauser (1825 – 1900) empezó a trabajar desde muy joven como aprendiz en un taller de cajas de música. Después estudió técnicas de fabricación de relojes en Inglaterra, Francia y Suiza; Llevó estos procedimientos de fabricación (“clockmaking”) a la Selva Negra y tuvo éxito. Al principio fabricando piezas para otros fabricantes; después haciendo sus propios relojes.

La fábrica se fundó en 1851, y su actividad duró hasta 1931. En la década de los años 20, la crisis económica hizo que cada vez fuera más difícil vender relojes.

Bajo la República de Weimar que siguió a la Primera Guerra Mundial, la economía alemana se hundió. La industria relojera sufrió los efectos de esa depresión.

El escritor Sebastian Haffner (1907 – 1999) relata en su libro “Historia de un alemán. Memorias 1914 – 1933”, cual fue la situación de Alemania en aquellos años, donde la inflación llevó a mucha gente a la miseria:

[…] “Todo empezó en 1923” – nos dice. Todos los que tenían una cuenta de ahorro, una hipoteca o cualquier otro tipo de inversión vieron como éstas desaparecían de la noche a la mañana. Pronto dejó de importar si se trataba de una calderilla ahorrada o de un gran capital. Todo se esfumó”. […]

La inflación alcanzó valores nunca antes vistos. En el punto más alto, la cotización del dólar llegó al billón de marcos. En ese contexto es posible imaginar las dificultades de los fabricantes de relojes como Lenzkirch para sobrevivir.

Para intentarlo, en 1927 se unieron Junghans, HAU, Becker y Lenzkirch. Esta unión no resolvió los problemas y al año siguiente Lenzkirch pasó a ser propiedad de Junghans. Lenzkirch quedó como fabricante de los relojes de mayor calidad y precio; pero la actividad económica siguió cayendo y en 1929 Lenzkirch pasó a ser una sucursal de Junghans. El crack bursatil de 1929, y la Gran Depresión que vino después supuso el cierre de muchas fábricas de relojería alemanas, entre ellas Lenzkirch. En 1931 la fábrica se detuvo definitivamente.

Fábrica Lenzkirch
La fábrica Lenzkich en 1920. (Fuente de la imagen: Heimat museum Schwarzwald)

Fuentes consultadas:

Black Forest Clocks, Rick Ortenburger

Lexikon Deutschen Uhrenindustrie 1850 – 1980, Hans-Heinrich Schmid

Historia de un alemán. Memorias 1914 – 1933, Sebastian Haffner